Han pasado 500 años desde la muerte de Nostradamus, pero sus enigmáticas predicciones siguen despertando curiosidad, miedo y debate en todo el mundo.
En su célebre libro Les Prophéties, el astrólogo francés escribió una serie de mensajes que, según sus seguidores, anticiparon hechos históricos como el gran incendio de Londres en 1666 o el ascenso de Adolf Hitler.
Ahora, estudiosos de sus textos aseguran que el vidente habría dejado una advertencia inquietante para el final del año 2025, marcada por la guerra y la destrucción. “Cuando Marte gobierne su camino entre las estrellas, la sangre humana salpicará el santuario”, escribió Nostradamus.
El fragmento, interpretado como una referencia al planeta rojo, símbolo del dios romano de la guerra, fue asociado con el surgimiento de un nuevo conflicto bélico, posiblemente en Europa.
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Aunque, algunos analistas creen que se relaciona con la actual tensión entre Rusia y Ucrania, e incluso con una expansión del conflicto hacia otros países del continente.
Otra frase que ha generado inquietud dice “tres fuegos se elevan desde el lado oriental, mientras el oeste pierde su luz en silencio”. Esta metáfora, según los expertos, podría aludir a tres focos de guerra o desastres que emergerían en el este, mientras Occidente enfrentaría una pérdida de poder o estabilidad.
Además, el francés también mencionó una “bola de fuego proveniente del exterior”, lo que algunos interpretan como la caída de un meteorito o un desastre natural de gran magnitud.
Las visiones de Nostradamus coinciden con las de Baba Vanga, la famosa vidente búlgara que predijo una Tercera Guerra Mundial iniciada en el Este, con Rusia como protagonista.
“Cuando los de las tierras de Europa vean a Inglaterra establecer su trono tras sus flancos, habrá guerras crueles. El reino estará marcado por guerras tan crueles que surgirán enemigos internos y externos. Una gran peste del pasado regresa; ningún enemigo es más letal bajo el cielo”, advierte otro pasaje atribuido a Nostradamus de acuerdo a lo reseñado por El Tiempo.
Aunque las profecías carecen de sustento científico, su tono apocalíptico y el contexto global actual han reavivado el interés por estos textos que, cinco siglos después, siguen siendo tan misteriosos como inquietantes.