Las empresas que históricamente se dedicaron a operar la red de Bitcoin están viviendo un nuevo repunte bursátil, y esta vez no es gracias a la criptomoneda, sino a la Inteligencia Artificial (IA). Varias de estas compañías, conocidas durante años como “mineras” por la analogía con la extracción de oro, están transformando su modelo de negocio hacia estructuras híbridas que combinan minería, computación de alto rendimiento (HPC, por sus siglas en inglés) y servicios vinculados a la IA.
Tradicionalmente, los ingresos de estas firmas dependían casi por completo del precio de Bitcoin, lo que las hacía vulnerables a sus bruscas oscilaciones. Durante el primer impulso del boom de la inteligencia artificial, hace dos años, sus acciones llegaron a dispararse, pero la caída del rendimiento minero y el aumento de la competencia las golpearon con fuerza poco después.
Este año el panorama cambió. Aunque la criptomoneda registró una fuerte volatilidad en días recientes, Bitcoin acumula cerca de 14% de ganancias en 2025 y se mantiene cerca del récord de casi 126.000 dólares alcanzado a comienzos de mes. El renovado entusiasmo llega después de que la segunda administración de Donald Trump adoptara una postura favorable al sector cripto.
Pero, a diferencia de ciclos anteriores, el mayor impulso no lo están captando los tenedores del activo digital, sino las empresas que lo sostienen. Un índice que sigue a los principales mineros que cotizan en bolsa se ha revalorizado más de 150% en lo que va de año. La narrativa ya no gira únicamente en torno a extraer Bitcoin, sino a aprovechar la infraestructura tecnológica que han desarrollado.
“Los inversores están valorando casi exclusivamente a los mineros de Bitcoin por sus oportunidades en computación de alto rendimiento e inteligencia artificial”, explicó John Todaro, analista de Needham & Co. “Diríamos que menos del 10% de nuestras conversaciones sobre mineros tienen que ver realmente con Bitcoin y la minería”.
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Con centros de datos, consumo energético asegurado y hardware de gran capacidad, estas compañías están encontrando en la IA un camino alternativo que, al menos por ahora, parece rendir mejores frutos que depender únicamente del precio del token.
A comienzos de 2025, la empresa Cipher dio una de las señales más claras de este cambio de rumbo. Cerró un acuerdo de colocación a 10 años por unos 3.000 millones de dólares con Fluidstack —una compañía con respaldo parcial de Google— que incluye compromisos de arrendamiento por 1.400 millones de dólares. A cambio, Fluidstack recibió warrants equivalentes a una participación de 5,4% en la firma.
El convenio fue interpretado en el sector como una evidencia del desenfoque creciente entre la minería de criptomonedas tradicional y los nuevos modelos de computación orientados a la inteligencia artificial.